lunes, 16 de diciembre de 2013

MUNDOS VICEVERSA



Aparca y mira.

El 12 de unos pisos de 4 plantas. Sin ascensor. Llama. Ha llegado media hora antes. Le encanta sorprender. Ella abre en bata, recién levantada, huele a edredón del Carrefour y a demasiadas horas de trabajo y pocas de sueño. Se peina con rapidez. Se queja por haberse adelantado pero sonríe. Le tiene ganas pero antes un café. Enciende dos fuegos de la cocina y cierra la puerta. Calefacción barata. Se disculpa por el desorden y se pone seria y ordena. El café de maquina expreso. El sabor más fuerte. El se sienta junto a la lavadora de carga vertical, como si estuviera en la barra de un bar. Ella le pasa cerca, rozándole. Paños de cocina en cajones. Platos en armario. Ropa en cesto. Le pone el café sobre la lavadora y dos tostadas con mermelada casera de dos sabores, fresa y naranja. .nota esa acidez que le falta a las mermeladas de fabrica. Ella se sienta a su lado y habla de su trabajo, de sus jefes, de los clientes , de lo importante que se sabe, de la compañera peruana que pidió una hora para asuntos propios y ya no volvió, de esos hombres que se quejan de que siempre esta seria, de soledades en la trastienda. La foto de su hija les mira. Adolescente rubia y nórdica con una sonrisa sin mancillar, sin roturas emocionales, sin drogas ni lexatines, aun. El se levanta a contestar al teléfono. A la vuelta le dice que esta contento y la besa, un beso leve, apenas perceptible, el primero de cientos. Ella sabe a café y calada de Malboro y 42 años de momentos para olvidar.Se ruboriza ella. Se sonríe el. Siguen charlando sin prisa. Saben que el encuentro sabe mejor que el sexo. Pero habrá sexo, mal que les pese a ambos. Ella le enseña fotos de su boda. Su ex-marido es atractivo. Los abuelos tienen un caballo y un carro. Las fotos en blanco y negro de sus ancestros también saben a café y olvido victoriano. El se coloca detrás y la abraza mientras ella pasa foto... y foto... y foto... y habla de cada una de ellas. Bautizos, bodas, viajes, despedidas, todo se mezcla. El mete la mano por la bata y le acaricia un pezón. Ella respira densa y cierra los ojos bajando la cabeza. El aprieta. Ella deja escapar un gemido de "sí cariño, métemela toda". Se besan. Ella esta en plena menstruación, el es daltónico sexual. Se desnudan en la cocina. Tejanos en el suelo, camisa en la silla, calzoncillos en la nevera, bata en la puerta. Ella le pide un condón. El le dice que se la chupe. Ella hace su magia. El aguanta para no correrse apretando el culo y los labios y la vida. Ella dice que esta gorda. El lo sabe pero miente. Le come las tetas, las tetas, las tetas, las tetas, las tetas, las tetas, las tetas. El se pone el condón. Ella se apoya sobre la encimera mirando a la pared. El se la clava en su coño. Entra sola. Ella es multiorgásmica. EL apenas trabaja. Ella se corre como una perra. El observa sus espasmos a mil millones de kilómetros de su espalda. Espasmos como otros miles de espasmos de cientos de espaldas diferentes. El dibuja un corazón con la uña en la espalda de ella. Ella grita. El se corre. Los fuegos siguen encendidos. Calor. Calor. Calor. 

Ella le habla de futuro. El se siente pasado.
Ella le llamará después. El no contestará.


No hay comentarios: