A las 5:30 suena el despertador, y como todas las mañanas extiende el brazo y siente una vez más la sábana fría del lado vacío de esa enorme cama que compraron hace seis años con tanta ilusión.
Abandonada, engañada.. ¡que mas dá!. El hace nueve meses le dijo que se iba, que estaba harto de su monótona vida y que ya no la quería. Que por supuesto quería seguir viendo a su hija y que procuraría que no la faltara de nada.
Se ducha, se viste y se mira al espejo. Es más joven de lo que aparenta y sin embargo hace mucho tiempo que nadie le dice nada bonito.
Desayuna un café, sentada en la solitaria cocina sin pensar en nada. Se fuma el cigarro que todas las mañanas se propone debe dejar.
Con pena y rabia, despierta a la niña. Es muy temprano y su hija es muy pequeña, pero no tiene más remedio que llevarla a casa de su madre para que ella se ocupe de llevarla a la guardería a las 8:00.
Una vez vestida la coge en brazos y con más bolsas de las que puede llevar, espera en la parada del autobús. Hace frío y se retrasa. Por fin llega. El conductor la conoce y la saluda amablemente. Dos paradas después se baja. Menos mal que compraron el piso cerca de su madre El estaba de acuerdo……. “así tu madre nos podrá echar una mano” había dicho.
Después a
Salir de
Toda la mañana atendiendo llamadas de clientes que se quejan. Después a comer. Abre el tupper que llenó anoche y come sin ganas en una sala ruidosa y maloliente. Sus compañeras hablan sin parar del pasote del fin de semana en el Radical de Torrijos. Ella cuenta que fue al parque con su hija y después cenaron y vieron una peli.
Otra vez a su mesa a coger el teléfono y otras dos horas de quejas. Por fÍn las
A las ocho de la tarde a casa, a cenar, que mañana hay que madrugar. Día tras día, més tras més y era él el que decía que tenía una vida monótona.


























