Las calles avanzan solas bajo los pies del Chevalier que baila chotis sobre los charcos más rancios del barrio de la Ventilla. Deja que sus pies chapoteen. Busca su reflejo en el agua sucia pero es tan viejo ya, que en lugar de reflejos, sólo sintoniza recuerdos. Y chapotea, patalea, salta para olvidarlos. Y el ritmo despierta a los vecinos que lo ahuyentan con gritos, con vasos de agua y con huevos que siempre hacen blanco.
Se aparta unos metros... Deja que las luces de las habitaciones se apagen... imagina gente que folla... Permite a la calle moverse de nuevo bajo sus zapatos de claqué. Un nuevo charco en el horizonte y de los que brillan bajo la luz amarilla de una gran farola... buen sitio...
Y salta... chapotea... rie... Las ventanas quedan lejos. Los sueños del mundo quedan más lejos aún. El Chevalier nunca tiene sueño... ni sueños.... el sabe de las grandes mentiras que nos hacen muy pequeños y entiende que no es lo mismo un reflejo que un recuerdo... y se la suda todo porque nada es realmente importante... Y a veces en su ombligo nacen flores que huelen a mierda.
Se aparta unos metros... Deja que las luces de las habitaciones se apagen... imagina gente que folla... Permite a la calle moverse de nuevo bajo sus zapatos de claqué. Un nuevo charco en el horizonte y de los que brillan bajo la luz amarilla de una gran farola... buen sitio...
Y salta... chapotea... rie... Las ventanas quedan lejos. Los sueños del mundo quedan más lejos aún. El Chevalier nunca tiene sueño... ni sueños.... el sabe de las grandes mentiras que nos hacen muy pequeños y entiende que no es lo mismo un reflejo que un recuerdo... y se la suda todo porque nada es realmente importante... Y a veces en su ombligo nacen flores que huelen a mierda.









