Siente el reflujo de la vida que llega a su boca y le da arcadas.
Sube por las escaleras chocándose contra las paredes y sin saludar a los vecinos y vecinas con los que se va encontrando. Busca la azotea, pero la puerta esta cerrada... y se sabe reflujo... se agacha y respira lo que llega por debajo de la salida hermética. Ve luz más alla... y siente la vida más abajo.
Busca en sus bolsillos... recuerdos amarillos, papelillos azules, un pendiente, un trozo de pan, tabaco y uñas cortadas o arrancadas... no recuerda de cuando. No sabe lo que busca pero sabe que tiene que encontrar algo, para eso buscamos... porque encontramos... a veces no es lo que quisieramos... pero tampoco sabemos lo que encontramos... el encuentra unas llaves...
Intenta con la puerta. Ninguna funciona, bueno... una casi... pero sin tragarselo. Se lian las llaves con otras cosas. Se agacha de nuevo para respirar el aire fresco que llega por debajo de la puerta. Empuja con fuerza apretándose el trasero y su cara se descompone en mariposas pequeñitas que van pasando por debajo con un ruido ensordecedor... Cuando pasan todas, su cuerpo se recompone. Su alma quedó al otro lado. Mejor. Más facil todo. Aun no quiere abrir los ojos y ver lo que hay al otro lado.
Cree que sonrie. Cree que baila. Cree que es feliz. La fe mata si tuviera alma.
Abre los ojos despacio... y se desmadeja. Otra puerta delante con mas aire que entra por debajo. De nuevo reflujo. Sube a su garganta calido y amargo. Ya no quedan bolsillos ni más nada. Si se metiera los dedos vomitaria.
Ya no seria reflujo.
Ya no seria.
Ya no.
Ya.
