EL GOTELÉ

Apenas lleva dos meses en la empresa y me tiene enfermo de ganas de follar.

Pasea su sonrisa de lapiz de labios con aromas de frutas tropicales que respiro cuando se acerca a pedirme suelto para la máquina de chocolatinas.

Los sabores se enamoran en su paladar y conforman un perfume único y mistico que mi genoma reconoce como inprescindible para su mi supervivencia en este universo. Algunos lo llamarian amor, otros lo llamarian sexo, otros reacción química... yo lo llamo penetración anal.

Sueño por aclimatar mi lengua con el calor de sus nalgas y perder mi lengua dentro de su esfinter. Humedecer su contorno con litros de mi saliva. Separar las nalgas como gajos de naranja y meter mis dedos primero y mi polla despues... y siento que me ahogo al imaginar.

- ¿Me dás cambio para el chocolate?.- me despierta de mi psicopulsion y la realidad vacia de sangre los cuerpos cavernosos de mi polla.

Le cambio.. siempre tengo cambio desde hace dos meses. Lo pidió el primer día al aire de esta oficina siniestra y todos la miraron raro... yo tambien la miré y entre nuestras miradas coloqué mi mano abierta con dos monedas de 50 centimos.

Ella vuelve saboreando su barrita de chocolate.

- Fin de mes. Hoy te toca quedarte a cerrar el balance... ¿Verdad?. Yo tambien salgo tarde, mañana salen de viaje y necesitan copias de todos los resultados anuales.

No suelo contestarla y no es por caracter huraño, es un mecanismo de autodefensa. Me siento tan bien cuando esta cerca que podria morirme en cualquier momento. A ella tampoco parece importarle mi ausencia de comunicación.

A las 8 de la noche aun no he terminado y todo en mi vida son números que se descojonan y que se drogan y que follan entre ellos... llegando a un final-resultado-orgasmo-final. La habia casi olvidado y cuando ella posa su mano sobre mi hombro, salto como un banquero a punto de ser mordido por un zombi.

Ella rie. Si yo fuera un moña diria que de forma cristalina y vital. Como sólo soy un contable pienso en como se escuchará esa risa con el oido pegado a su culo.



Me sorprende que no deje la risa. Me sorprende que me levante. Me sorprende que me bese. Me sorprende que apoye su mano en mi entrepierna.

Cuando besa no cierra los ojos y me mira tan cerca que sus ojos unidos le dan aspecto de ciclope.

Lo bueno de las sorpesas es que pasan rápido, una vez que la tarta ha golpeado tu cara, sólo queda saborearla... Retiro mis gafas y tambien sonrío. Mi mano agarra su trasero, levanto su falda plisada y mis dedos descubren su tanga. Lo aparto y acaricio su desagüe de la pasión.

Pido permiso subiendo las cejas y ella responde afirmativamente cerrando sus párpados.

El momento llega sin esperarlo y la emoción es intensa. Mis fantasias se convierten en chof, chof de mi lengua entre sus muslos y en su ansiado, provocador, salvaje, respingón y redondo culo.

Me bajo los pantalones.

La penetro desde atras, seguro de un camino perfectamente lubricado. Bombeo con precisión y a un ritmo que ella aprecia, ya que, girándose, busca mi lengua y la guarda en su cofre apretando hacia dentro.

Los sonidos llegan de lejos. De dentro de ella. Esos que aparecen cuando uno tiene mucha hambre o simplemente gases. Alguno de ellos se escapa en los empujones y el aire se enrarece entre mi amada y yo. Ella no parece apreciarlo. Comienzo a sentirme incómodo pero la sensación desaparece con la visión de mi polla dentro de su culo formado una "Y" perfecta.

Aulla su orgasmo golpeando su clitoris desaforadamente y aprieta con fuerza mi culo contra el de ella. Yo noto las oleadas desde mis riñones y me abandono a mi suerte. Sin separarnos nos besamos largamente...

Todo ocurre demasiado rápido... mi polla se empequeñece... noto la presión de sus gases que aprovechan el hueco libre para escapar en un silvido inicial que se transforma en un estruendoso pedo final que arroja mi polla fuera acompañado de una lluvia de gotitas ocres, mezcla de mi saliva, de mi lefa y de su mierda que rediseñan, con un artístico Gotelé, mi humilde traje ejecutivo de Zara.

Lo demás son disculpas por una presunta indigestíon consecuencia de un exceso en la ingesta de chocolate de la máquina.

Lo siento querida... a partir de este momento, se me acabó el cambio.