y de paseos en la siesta
al arrullo de las eternas cigarras
y este sol insosegante.
Hambre de pies descalzos
saltando las piedras del río
en busca del angosto refugio
del agua helada y su rugido.
Hambre de noches y estrellas
ligero de ropa y de recuerdos,
donde el presente es un caer tumbado
a la bóveda infinita del firmamento
Hambre de vida entre tanta muerte.
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