solo me distrae el gozo
de lo aprendido.
Ya no grito cual chatarrero
mendigando las sobras de la vida
ni los enseres olvidados
cubiertos hoy de polvo,
otrora magníficos y brillantes.
"El chatarrero, oiga!"
"El elocuente, oiga!"
"El buen-viviente, oiga!"
"El gran-amante, oiga!"
"El displicente, oiga!"
"El sonriente, oiga!"
"Chatarreeeeeero!"
Tendido hacia el abismo
el único grito que me permito
es el silencio que se escapa
entre silbidos y olvidos.
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