Cuando llego al burdel todo es silencio, ventanas abiertas y olor a ropa secándose.
Me esperan. Todas quieren un poco de lo que vendo. Voy de mañana cuando desayunan. Me invitan a café y tostadas con aceite o mufins. Están cansadas pero alegres de verme. Abro la maleta ante ellas y muestro mis piezas doradas. Ellas las cogen, se las prueban, se admiran bellas unas en otras... se hacen regalos. Cambian su cosecha de mamadas, anales, clavadas y hostias por oro de 24 kilates en forma de anillos, pendientes, piercing, collares, enormes y pesados Cristos en cruz, esclavas, aretes para tobillos, relojes, anillos, pulseras...
Cuando dentro de unos días crucen la frontera hacia sus hogares trascontinentales serán fortunas andantes sin apenas efectivo en el bolsillo que declarar.
3 comentarios:
A cuánto están las fundas de dientes? Lo mismo me pongo los piños como los rumanos y ya de paso me los arrejunto.
Un beso-beso
Sería los mas honrado que les podía pasarrr.
Y además no tendrán que responder preguntas incómodas...
Besicos
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