en las cuencas vacías
de tus ojos
y
abrazé con furia
los recuerdos que
se me escapan.
En la soledad fatua,
arropado entre sepulcros,
arranco con las uñas
el marmol de tu nicho
y
hurgo entre tus restos
encontrándote
bella en mi memoria.
Beso tu fría calavera
dejándome mecer por ella.
Juntando los rostros
acaricio lo que nunca
debió partir.
Separo restos de piel de tu boca,
ceniza de tus mofletes,
mechones de tu frente.
Promesas alejadas
que hacías entre sábanas
jurándome tu vuelta.
Nunca regresaste
al hueco de mi abrazo
ni al redil de mis olores.
Y cada luna vuelvo.
Te arranco de la muerte,
trayéndote de los olvidos,
para saborear la fruta
que tantas veces compartimos.
Aprieto las cerezas
que sueltan su jugo dulce
como dulces fueron los tiempos
en los que deje de ser y fuimos.
Lagrimas coloradas arrebatan
tus desoladas mejillas
y colorean tus dientes.
Acerco mi boca
saboreando el aroma antiguo
de la fruta madura
sobre tu noble dentadura.
Cierro los ojos
y brillas entre mis labios.
Cuando nos separamos,
sonries...
La noche me devuelve
la realidad mas amarga
y arrojo tu calavera
al seno de la tumba
donde yace mi locura.
Fuiste tan llena
de vidas
y
ahora ... tan vacía.
La luna se rie
como una puta borracha.
Abro otra botella,
brindo por la nada
y trago los huesos
de tus cerezas.













