Mira desde el tren de sus deportivas como la noche que termina le devuelve su imagen a través de los charcos que provocó la lluvia. Apenas es una sombra ahogada por el poder de los neones sobre su espalda. A veces se para, lo verás si te fijas, y parece escuchar algo... cerrando los ojos. Aprieta los puños. Abre su nariz y encorva sus hombros. La ciudad le habla maldiciéndole. El adora que ella hable aunque sea para recordarle cada uno de los cadáveres exquisitos que crea cada semana entre su población femenina. La ciudad también es hembra y no gusta de enfermos de emociones que mienten sin cuartel y crujen corazones como nueces en otoño.
"Algún día tu también desearas quererme"... murmulla él al vértice que ella, la ciudad, ha creado bajo sus pies.
"Ya lo hice imbécil y mal nacido hijodelagranputa" se escucha en cada soportal, entrada de metro, esquina y banco de parque....
No hay comentarios:
Publicar un comentario