En las afueras los anhelos son diferentes. Las putas se mezclan con los dueños de talleres de coches y se olvidan de sus vidas en el asiento de atrás de un Mercedes. Los escolares van a la escuela mientras sus padres en paro hacen barra con anís en el bar de abajo. Las vecinas se abandonan a las patatas fritas con sabor a jamón. Los ancianos miran lejos con sus ojos desgastados. Los gatos con hambre de meses. Los perros miran a los gatos desde sus terrazas. Los de siempre están donde siempre. Un afilador en bici marca la mañana con los silbos habituales. Algún grito. Un coche de la policía nacional para en doble fila un instante enciende luces y ruje saliendo a toda velocidad.
La puta se baja del Mercedes, se coloca la poca ropa que lleva y mira lejos con sus ojos desgastados mientras su hijo repasa las multiplicaciones cerca de su profesora que huele a beso de anís.
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