Se hizo famoso con sus pajas, si... asi como lo cuento, con sus pajas.
Durante años acumuló bajo su cama miles de toallitas húmedas que habian servido al mejor de los fines para una toallita húmeda que se precie, ser diana de una buena corrida masturbatoria.
Cada paja era un rostro diferente. Un beso nunca dado. Un muslo entrevisto en la distancia de un vagón de metro. Una escena de película porno de madres rusas. Un roce de la vecina en el ascensor. Su profesora de matemáticas en la ESO. Su dentista. La vendedora gritona de fruta. La novia de su mejor amigo. Esa foto de esa bloguera. Ese vídeo de esa youtubera. La presentadora de teletienda...
Tantas historias.... Tantas pajas.... tanta dicha..
Y una mañana, al terminar su paja de amanecida y una vez relimpia su polla con la toallita húmeda de la marca habitual, intento empujarla bajo la cama y no pudo. Forzó, empujó. Se bajo de la cama y nada. Un muro de papel amarillento era dueño de los bajos de su herramienta del sueño.
En un alarde de estupidez quitó el edredón, arrancó las sabanas, empujo el colchón, arrastró el somier, levantó el muro de papel y al ver el resultado se sintió intimidado y hubo de dar un par de pasos atras con algo de miedo, por cierto. Y alli estaba, un perfecto MONOLITO de tollitas húmedas y resecas con aroma de historias de pajas se erguia poderoso en el centro de la habitación, adueñandose del espacio y del tiempo.
El resto es historia... el anuncio en Wallapop... la compra por un marchante de arte borracho... y ARCO... esa feria de arte con feriantes de los de antes.
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