al otro lado de la puerta.
A través de la mirilla
veo como abre su carpeta
y comprueba el número
asociado a mi nombre.
El tiempo lleva gafas
y parece cansado.
Comprueba los números
y al reparar en el mío
se guarda las gafas
en su abrigo de cuero marrón.
Se coloca el cabello
Se aprieta la corbata.
Carraspea.
Se estira,
suelta el aire
y se acerca.
Lo noto implacable.
Busca el timbre
y como no tengo,
ha de llamar
golpeando a la puerta.
Es implacable
Ni pienso abrir
ni el va a dejar de llamar.
Es su trabajo:
Hacerme sentir su presencia
al otro lado.
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