para engañar al Dios
de las leyendas
y poder decir
que nunca fui culpable,
que la bondad nunca afloró
del pecho
ni el odio se hizo hogar
en mi cráneo.
Poder sonreír
más allá del sueño
y oler las recetas del antes
mientras devoro sin respirar
cuerpos ajados
que levantan frases
de optimismo copiado
en sus caralibros
cada vez más yermos
de colores y besos
nunca dados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario