sin tu permiso.
Este sexo rápido
y sin distracciones,
acumula parpadeos
con jadeos
que se esconden
traviesos
en la zona oscura
de mi desván.
Aquellas mamadas febriles
que me permites
terminar en tu boca
son secuencias fílmicas
que guardo como
castañas en mi arena.
Tus alaridos orgasmos
que despiertan al hostal
mientras pinzo con mis labios
tu pequeño clítoris,
se guardan tras las cajas
de antiguas fotos.
Tu mirada compulsiva
cuando me ofreces
apretar el pañuelo de seda
que rodea tu cuello
mientras tus tobillos
me tapan los oidos,
coge sitio
junto a juguetes oxxidados.
El sexo anal
tras cruzar el umbral
de la puerta de tu casa
sin marido y sin hijos
con esa desesperación
del follar como alimento,
es un spoiler
que reposa entre los libros
agujereados por ratones.
Ese tesoro máximo
de la tensión contenida,
del placer nunca obtenido
pero oliendote de cerca
y notando tus pezones
que surgen en tu camisa
y tus ojos que me dicen
que también tienes hambre
pero que no debemos
quemar esa línea.
Este cortometraje
siempre es
mi primera bala,
o la última,
y siempre está sobre
la caja de música
de esa bailarina
con tutú
que gira al ritmo
de una tarantela.
Os utilizaré para siempre.
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