Se quedó dormido en las escaleras, entre la planta sexta y séptima. Soñó con arrabales y esquinas de bares. Soño con hembras estupendas desnudas bajo abrigos de pieles. Soñó con nubes de estiercol que llovian sobre ciudades futuristas. Soñó con esa montaña de siempre. Soño que se cagaba encima. Soñó con su profesora de latín. Soñó que se la chupaba en tipo de ojos rasgados. Soñó que una paloma le recitaba versos de Panero con voz de querubín de frontera. Soñó como hacía años que no soñaba, como cuando era un niño y las noches eran cortas y cálidas.
Al despertar, el olor del vomito sobre su polla al descubierto se sobrepuso a la vergüenza de ser observado por dos adolescentes con uniforme de instituto de pago que acaban de llamar al ascensor.
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