miércoles, 25 de diciembre de 2013

TANATORIOS NAVIDEÑOS... JO JO JO

Oh... la Navidad!!!

Como no entiende de felicidades ajenas y las suyas son escasas, siempre gusta de acercarse este día a un lugar que le resulta fascinante en el día más feliz de año. En Navidad siempre desayuna en el restaurante del Tanatorio de las Ventas. A unas calles de su calle henchida y resacosa de felicidad.

En un día como este, allí , en el tanatorio, se destroza la felicidad navideña y el dolor por la muerte de un ser amado nuca llega a serlo del todo. Se juntan rostros de cenas salvajes, borracheras familiares y poco dormidos con ojos llorosos, bocas balbuceantes y temblorosas, y manos lacias. Si pasas suficientemente cerca, aun olerán a mantecados los que llegan. Intentaran esconder la alegría con el dolor y al no ser ese el dolor deseado se frustraran y sentirán culpables. Los que allí han pasado la noche lejos de manjares y botellas de cava huelen a cansancio y al olor más estimulante de todos, la pena cierta y ese desinfectante que apenas esconde el olor a difunto que se cuela a través de los cristales que separan a los muertos de los vivos. En la entrada se mezclan los que llegan de fiesta con los que lloran la fiesta. Lo más puro siempre es lo mejor mezclado.

El, como no entiende de felicidades ajenas y las suyas son escasas, siempre gusta de pedir un montado de lomo con queso y una cerveza, y se sentará al fondo para ver como entras y pides algo para olvidar que has perdido a alguien que querías o para olvidar la navidad.

Después del primer bocado, cada año... la misma ilusión... y sonríe al sentirla... y traga... y se le olvida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todas las historias tienen un algo que las inspira a ser escritas, aunque sea algo pequeño y prácticamente inexistente ¿Qué inspiró ésta?