al recordar
ese verano en la Habana
a sus 23 años.
Me cuenta
que la conoció
y era bella,
casada y
de posición acomodada,
toda de blanco
envidiada por el sol
que se mueve espeso
y escapa de las sombras
por las calles de su memoria.
"Me pidió permiso
y se sacó los dientes
que guardó
en una hermosa cajita
de caoba"
Cierra los ojos
para fijar el recuerdo
y aspira lento
su cigarro mal liado.
"No sabía dónde mirar,
se me iban los ojos
a su pelo,
a sus manos,
a sus ojos,
evitando adrede
encontrarme con
su vacía sonrisa"
Nueva calada lenta
y traguito
de anís.
"Y fue besarme
y sentir su lengua
buscar la mia
para arrastrarla
a su boca
y a sus encías
vacías.
Su tara
fue mi tara
desde entonces.
Y
vacíe mi boca
para amarla"
Estornuda
una tos de 83 años
y
separa una pizca
de tabaco
de la punta
de su lengua
que asoma de una hermosa
boca
ausente
de dientes.
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