Y el diablo se queda entretenida
contándose los días que aun le quedan
entre los vivos
con esas tetas de mil polvos
que derraman hasta su ombligo
el olvido de tantos orgasmos
nunca conseguidos.
Asi que prefiere las hormigas blancas
y se las coloca entre sus muslos.
Puntita para puntita
como su fuera un pececillo
en una pecera no demasiado grande.
La coca
nunca hace estragos como antes.
Piensa famélica
y cada vez mas triste.
Tal vez sean ya las doce
ahí fuera
y un universo de risas
y gentes dichosas
se abracen y besen
con el delirio que
solo la vida concede.
No ha sido el peor año de su vida.
Tanto quejarse hostias!
ya los tubo mucho peores
y no descarta que se repitan
aun mas fieros.
De pequeña tomaba uvas
y las contaba y pedía un deseo
que nunca llegaba
pero molaba pedirlo.
Ahora, con las piernas abiertas,
el diablo cuenta los segundos
que quedan hasta que amanezca.
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