otro libro
que hizo buen fuego
en la chimenea.
Dan buen calor
las buenas historias.
Las malas
aun más.
Me gusta ver
como arden
las ideas,
los giros inesperados,
los adjetivos enloquecidos,
los orgullosos pronombres,
los verbos adolescentes,
los finales constantes,
el sexo en las palabras.
Todos crepitan
dejando un grato olor
que se mezcla
con la madera de pino
y el olor a lluvia
recordándome
el placer sublime
de quemarme
en lo que pierdo.
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