al discreto despertar de mis sentidos
y sentí sus labios como anillos
en mi polla aún somnolienta.
Y pensé en dejar de respirar
y aprovechar ese instante,
que me prestaba
su lengua en mi prepucio,
para morir sin culpa.
Sentí en la oscuridad
de mis ojos apretados
sus duros pezones
punzando mis piernas
y los recordé en mi boca
apenas unas horas antes.
Un retumbar de tambor a lo lejos
que crece entre sus dientes
y al amor de su boca.
Ya soy océano de olas
que ascienden
y levantan mi pecho
con vientos entrecortados.
Mi mano roza su hombro.
Mi polla presa en su paladar.
Su cabello roza mis huevos.
Sus uñas en mi costado.
Se que sonríe
mientras mi semen
redibuja su sonrisa.
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